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UN AÑO QUE NOS DEJA HUELLAS IMBORRABLES

Publicado: 2020-12-30

Escribe: Gretell Rebaza Araujo

El año 2020 quedará marcado para toda la humanidad, de como un pequeño virus llamado Covid-19, puso en jaque desde los países más poderosos del mundo hasta los menos desarrollados, dejando en ellos una huella imborrable de dolor, muerte, y recesión económica. Hoy al cierre del año, la ansiada vacuna aparece como la alternativa para vencerlo; sin embargo la incertidumbre continúa en la gran mayoría de los países del mundo porque el virus continúa atacando.

En el Perú, la pandemia desnudó nuestra realidad con todas sus carencias, y debilidades, con problemas estructurales por décadas postergados por los Gobiernos de turno corruptos, como en salud pública, educación de calidad, empleo, vivienda, etc.; reveló la mala gestión del crecimiento económico basado en el modelo primario exportador de los últimos 20 años, que se vio evidenciada principalmente en un sistema de Salud precario, recordemos que cuando inició la pandemia apenas teníamos 140 camas UCI y 2000 de hospitalización y otras deficiencias; nos mostró también las debilidades de una economía de mercado dejando al descubierto las inequidades del sistema de salud, como clínicas abusivas, medicamentos y precios del oxígeno sobrevaluados, acentuando una desigualdad ya existente, como vimos a cientos de peruanos que hicieron larga cola por una cama o por un balón oxígeno, muchas veces sin conseguirlo, mientras se incrementaban los casos de contagios y muertes, predominantemente de los ancianos y de los que menos tenían, sumado a la angustia de que al morir sus familias no podían despedirlos.

Nos mostró un Estado deficiente sin capacidad institucional de respuesta, esto sumado, a las drásticas medidas de contención como la cuarentena que paralizó el 60% de las actividades productivas del país, que en un inició cumplió su cometido, pero el problema se agravó, con las demandas urgentes de las familias al no ser atendidas a tiempo, con bonos que demoraron y/o fueron insuficientes, familias en pobreza que sin agua, desagüe y sin refrigeración, por la necesidad tuvieron que salir a las calles a trabajar a pesar del riesgo inminente para su vida y salud. La gran informalidad existente, representada por un 73% de trabajadores, fue el gran detonante, este fue el caso también de las personas que optaron por regresar a su ciudad de origen (caminantes), buscando encontrar alimentación y vivienda, ante la pérdida de sus empleos, mientras por el lado formal, empresas sobre todo las micro y pequeñas se declaraban en quiebra, las dimensiones de desempleo y pobreza se incrementaron afectando a miles de familias. No hay que olvidar también a instituciones públicas como Gobiernos Regionales, Alcaldías, Policía Nacional, que fueron vulneradas por la corrupción, con malos elementos que no les importó en plena pandemia delinquir a costa del dolor ajeno, por lo cual deben ser sancionados drásticamente. Esto ha llevado a una gran mayoría de la población, que no crea en los políticos, ni en el Estado.

Como si no fuera suficiente, a la crisis sanitaria y económica, se sumo la grave crisis política entre el Ejecutivo y el Congreso, fuimos testigos de una triple crisis. Esta clase política debió hacerse cargo de una de las peores crisis de la historia pero por el contrario nos llevó a una hecatome. En el mismo mes de Marzo cuando se anunciaba el “caso cero” y se instalaba el nuevo Congreso, que reemplazaba al disuelto, con la esperanza de que lleve a cabo las reformas políticas pendientes, que al final no lo hizo. Nadie podía predecir que los enfrentamientos entre Ejecutivo y el Congreso escalaría hasta la vacancia presidencial de Martín Vizcarra, que bajo el pretexto de “incapacidad moral permanente“, se escondía intereses subalternos a puertas de un proceso de elecciones para Abril 2021, a los vacadores no les importó sobreponer una crisis más al daño ya existente, rompiéndose la constitucionalidad con el golpe parlamentario de Manuel Merino. La falta de legitimidad del poder, por la defensa de la democracia, y contra una clase política desprestigiada, se desató multitudinarias marchas de protestas ciudadanas a nivel nacional encabezadas por los jóvenes de la llamada “generación del bicentenario”, costando dos vidas y decenas de heridos, un precio muy alto que logró la caída de Merino, asumiendo el mando del Gobierno Francisco Sagasti, en una semana tuvimos tres presidentes, mientras nadie se preocupaba por cerrar contratos por las vacunas, mientras otros países lo hacían y ahora no se sabe cuándo llegarán.

Sin embargo cuando se pensaba ya no había más que esperar, conflictos sociales diversos se vienen dando como los paros y bloqueos de carreteras, por parte de trabajadores del sector agrario. Este Congreso sigue siendo una fuente de inestabilidad para la democracia, donde priman sus intereses personales y /o de bancada, después de generar expectativas como una ley que mejore realmente las condiciones laborales de los trabajadores en mención, esperaron hasta la última semana del año para no hacerlo como correspondía, dejando una bomba de tiempo para el próximo año, aumentando la incertidumbre en lo laboral.

La pandemia alteró nuestra vida colectiva, será un año con huellas imborrables en nuestro recuerdo, pero también de reflexión sobre lo que hemos hecho y/o dejado de hacer, debe haber un antes y un después, tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestro país, visibilizando desigualdades y precariedades una realidad que habita entre nosotros, y que se debe priorizar en un futuro inmediato, un ejemplo de ello nos dio la “generación del bicentenario”, quienes dieron curso a demandas por dignidad e igualdad, son las cosas gratas que debemos recordar, así como a todos aquellos que murieron por cumplir su deber médicos, enfermeras, buenos policías, bomberos, también a la gran solidaridad mostrada con “ollas comunes” entre los que menos tienen y tantos ejemplos que nos da esperanza de que podemos aspirar a un futuro mejor.


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VISIÓN CIUDADANA

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