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EL VIRAJE DE CASTILLO

Publicado: 2022-02-10

Por: Gretell Rebaza Araujo.

El triunfo de Pedro Castillo, tras más de tres décadas de gobiernos de derecha corruptos, abrigó la esperanza del cambio para millones de peruanos bajo un gobierno de izquierda. Castillo un maestro rural que apareció a la palestra de la lucha sindical, de origen campesino, debería reivindicar al Perú profundo que le había dado mayoritariamente su voto. Castillo, siendo coherente con el discurso y la acción, tal como lo había prometido en la campaña electoral.

En ese sentido el apoyo al gobierno de Castillo, no era un cheque en blanco, era un apoyo condicionado a los cambios prometidos y ante la amenaza de una derecha autoritaria y corrupta, entendido como la defensa del voto popular.

La derecha desde el primer día satanizó al gobierno de Castillo de “comunista” para deslegitimizarlo, logrando una gran polarización en la población y fue construyendo un clima para intentar vacarlo, si en caso no lograba ese objetivo, intentaría impedir cualquier mínima transformación que afecte sus intereses. La lucha política entre el Ejecutivo y Congreso era constante; con una derecha antidemocrática que buscó desde el primer gabinete interpelar y censurar ministros, y aprobar leyes que iban en contra del equilibrio de poderes. Castillo entonces, tenía el gran reto de buscar una gobernabilidad social de unidad nacional que le permita un equilibrio más estable para poder gobernar.

Por otro lado, la posición sectaria y soberbia de Perú Libre que desde un inicio reclamaba la hegemonía en el Gobierno imponiendo ”cuadros” cuestionados, y un premier que producía mensajes contradictorios al presidente, proyectando la imagen de un poder dual, petardeando la gobernabilidad. La derecha aprovechaba las debilidades del gobierno producto de los desaciertos y errores del propio presidente, generándose mayor inestabilidad. Esto hizo que Castillo tome distancia de PL, y cambie a Bellido y parte de su primer gabinete a casi cien días de gobierno.

Esto abrió una fisura en el bloque de gobierno conformado por Perú Libre, el Partido Magisterial y las otras izquierdas. Debilitándose políticamente la posición del gobierno al dividirse el bloque parlamentario oficialista. Asimismo PL aplicó una estrategia confrontacional contra las izquierdas a la que ellos denominan “caviares”, reclamando sus “cuotas del poder” demostrando las mismas actitudes de la clase política tradicional, incluso hasta coincidir con el fujimorismo al no dar el voto de confianza al gabinete liderado por Mirtha Vásquez. No entendiendo que mantener la unidad de las izquierdas le permitiría dar soporte al programa de cambio propuesto; por el contrario fueron blanco de sus ataques.

El segundo gabinete en términos programáticos, no significó la modificación de los objetivos de las políticas de cambio como la segunda reforma agraria, la reforma tributaria, la masificación del gas, fortalecer la Educación y Salud, etc. Sin embargo los escándalos en el entorno más cercano a Castillo, generó una nueva crisis, la corrupción, una lacra que tantas veces había enfatizado sería investigada y sancionada, ensombrecía la figura presidencial al demorar en tomar distancia y mantener asesores de ese entorno que podrían estar contaminados, que son a los que escucha hasta hoy para la toma de decisiones, como en el caso de los ascensos policiales, que terminó con la renuncia del ex ministro Avelino Guillén y de la ex premier Mirtha Vásquez, al no darle el respaldo al trabajo que venían realizando. Esto fue el punto de quiebre para el alejamiento de las izquierdas que lo apoyaron desde la segunda vuelta electoral.

El breve tercer gabinete presidido por Héctor Valer, un ex aprista y congresista por la ultraderecha (RP), desató la peor crisis de su gobierno; causando una indignación generalizada en la ciudadanía ante un premier con un rosario de denuncias por violencia, como por la presencia de otros ministros con serios cuestionamientos. Políticamente era inadmisible, significaba el viraje de Castillo a un proceso de derechización, con un gabinete con ministros conservadores, derechistas, algunos declarados anticomunistas, muy lejos de la ideología de izquierda, salvo algunas excepciones. Lo que originó que las fuerzas de izquierda y progresistas deslinden del Gobierno. Esto lo dejaba sin apoyo político y social. Mantener a Valer se hacía insostenible e indefendible obligando a Castillo a recomponer su gabinete. Sin embargo ha decidido mantener a los asesores de su entorno a pesar de los duros cuestionamientos en su contra y el fracaso de sus decisiones.

La situación del presidente Castillo está en jaque, la derecha que desde hace tiempo se prepara para sacarlo, hoy se frota las manos ante el descalabro político y apunta a una salida aplicando métodos golpistas como la vacancia o acusación constitucional. Lo que debemos rechazar y no prestarnos a una ruptura del orden democrático. No hay que olvidar que el Congreso es también responsable de la crisis de gobernabilidad.

Castillo, se juega su supervivencia política en el poder que puede llevarlo a costosas concesiones en términos políticos, y optar por un gabinete a “medida” de los grupos de poder, que no cumpla con los objetivos programáticos, es decir al irrespeto a los compromisos vertidos en las campaña, una “traición” hacia quienes apostaron por el cambio. Pudiendo ganar gobernabilidad en el plano institucional, pero una gran pérdida en el plano social. El pueblo que lo llevó a palacio, en las calles le exigiría su rectificación o renuncia.

Otra opción, es que Castillo retome el rumbo de inicio recomponiendo la unidad de la izquierda, y otras fuerzas democráticas, con un gabinete coherente con cuadros técnicos, políticos y con principios éticos, en torno a consensos frente a los problemas del país y no por intereses políticos particulares, aunque es muy poco probable por su relación con Cerrón y Perú Libre, y el grupo de Bermejo de gran influencia, que han preferido tener “cuotas” en un gabinete como el de Valer, pero no con los denominados “caviares” a los que ven como sus enemigos. Además, debe recomponer su entorno de asesores, asumir y corregir errores para dar confianza a la ciudadanía.

Señor Pedro Castillo, no traicione a su pueblo, sino lo que le espera es la indignación de la ciudadanía movilizada.


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VISIÓN CIUDADANA

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